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Minga de Muralistas del Pueblo Nasa

Murales Colectivos

En el contexto de la Minga Muralista Nasa, el mural realizado por el equipo de Wipala Popayán, con Jorge Gómez, Jafeth Gómez, Manuel Bernardo Rojas Saavedra, Eider Yangana, Carlos Alfredo López Garcés, la familia Nasa, la Guardia Indígena y algunos integrantes del Movimiento Juvenil Álvaro Ulcué que nos acompañaron en la casa de los Kiwe Thegnas, una valoración del mito del Duende y un reconocimiento a dos líderes de la Guardia Indígena de Toribío que se fueron hace dos años, Daniel Coicué y Manuel Tumiñá, un ejemplo para nuevas generaciones de guardias en formación.

Para los Nasas el Duende es el guardián del territorio, el gran sabio que les aconseja y les acompaña (dicen que algunos mayores lo han visto). Tiene aspecto de niño, usa sombrero, poncho, la cuetandera y una característica especial es que tiene los pies al revés. Hablaron de los dos guardias asesinados y que querían que quedaran representados en la sede de la guardia. Manuel y Daniel fueron asesinados por las Farc cuando quitaron unas vallas para defender su territorio. Manuel había impulsado la formación de las escuelas de la guardia para enseñar a los niños a cuidar el territorio. Sus últimas palabras fueron “En donde estemos siempre digamos: ¡Guardia, guardia, fuerza, fuerza!”

Nos dijeron que ellos no han muerto, ellos viven en la comunidad, los guían y acompañan en cada paso para defender el territorio que incluye a Nasas y todo lo existente en él, personas, flora, fauna, visitantes, amigos y enemigos.

Don Luis, un hombre que ha dedicado buena parte de su vida a la guardia nos contó una noche, en medio de la fogata y acompañados de la totuma de chicha o el yu beca, cómo sortearon las dificultades y los riesgos que conlleva el ser guardia. Sus seis hijos e incluso su mujer hacen parte de la guardia y uno de sus hijos, después de ser herido por un soldado, cuando se recuperó después de 15 días en coma se incorporó a la guardia.

Compartimos muy buenos momentos con ellos, siempre hubo algo que compartir… Un Nasa sin chicha no es Nasa, decían. Y una tarde nos anunciaron que nos preparaban una cena “No tenemos mucho que darles, pero lo hacemos con mucho cariño” así que reunieron algo de dinero y compraron unas gallinas… al final una rica cena que para nosotros fue un gesto muy bello y gratificante.

Ahora se conocerá como la Casa Azul y allí el duende dará la bienvenida a quienes quieran que su espíritu les acompañe y busquen defender el territorio de los males de esta sociedad y proteger la vida y la armonía propias del pueblo Nasa.

Salimos contentos y con el deber cumplido pues fue seguir fielmente lo propuesto por La Minga de trabajar con la gente y lograr la mayor participación posible, juntando los mutuos saberes y logrando aprendizajes colectivos, evitando imposiciones externas o ajenas a su contexto.

Ahora con orgullo podemos decir que tenemos una familia y unos hermanos a quien abrazar cuando en algún lugar nos encontremos y compartir una chicha.

Fotografía: Manuel Bernardo Rojas

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